En la doliente soledad del domingo...
Aquí va un poema de Gioconda Belli que me gusta mucho. Tumbada en mi cama sin ánimos de moverme ni de ir a ninguna parte lo leo, lo releo e imagino. Aquí estoy, desnuda, sobre las sábanas solitarias de esta cama donde te deseo. Veo mi cuerpo, liso y rosado en el espejo, mi cuerpo que fue ávido territorio de tus besos; este cuerpo lleno de recuerdos de tu desbordada pasión sobre el que peleaste sudorosas batallas en largas noches de quejidos y risas y ruidos de mis cuevas interiores. Veo mis pechos que acomodabas sonriendo en la palma de tu mano, que apretabas como pájaros pequeños en tus jaulas de cinco barrotes, mientras una flor se me encendía y paraba su dura corola contra tu carne dulce. Veo mis piernas, largas y lentas conocedoras de tus caricias, que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes para abrirte el sendero de la perdición hacia mi mismo centro, y la suave vegetación del monte donde urdiste sordos combates coronados de...