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Mostrando entradas de noviembre, 2011

En la doliente soledad del domingo...

Aquí va un poema de Gioconda Belli que me gusta mucho. Tumbada en mi cama sin ánimos de moverme ni de ir a ninguna parte lo leo, lo releo e imagino. Aquí estoy, desnuda, sobre las sábanas solitarias de esta cama donde te deseo. Veo mi cuerpo, liso y rosado en el espejo, mi cuerpo que fue ávido territorio de tus besos; este cuerpo lleno de recuerdos de tu desbordada pasión sobre el que peleaste sudorosas batallas en largas noches de quejidos y risas y ruidos de mis cuevas interiores. Veo mis pechos que acomodabas sonriendo en la palma de tu mano, que apretabas como pájaros pequeños en tus jaulas de cinco barrotes, mientras una flor se me encendía y paraba su dura corola contra tu carne dulce. Veo mis piernas, largas y lentas conocedoras de tus caricias, que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes para abrirte el sendero de la perdición hacia mi mismo centro, y la suave vegetación del monte donde urdiste sordos combates coronados de gozo, anunciados por d

Escribir es mantener controlado el recuerdo – Herta Müller.

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Me quedé pensando en ciertas cosas de mi vida que me sucedieron aquel fatídico fin de semana, en donde hice de todo sin acordarme de nada. Me quedé experimentando ese sabor amargo que me dejó en el cuerpo durante los días siguientes. Me quedé queriendo huir de los pensamientos que se atiborraban en mi mente sin control. Me quedé queriendo ignorar todas las voces que me llenaban el alma de dudas e inseguridades. Y me quedé intentando, porque no pude lograrlo. No pude aplacar las voces, no pude ignorar las sensaciones, no pude huir de las consecuencias, no pude callar a mi conciencia. Cuando llegas a un punto en que haces cosas que nunca hubieras hecho y dices cosas que nunca hubieras dicho, es momento de un cambio. Cuando llegas al punto de sabotear tu propia vida sin control alguno, es momento de cambiar de sendero y mirar hacia otro lado. Cuando llegas a un punto crítico, es momento de tomar decisiones críticas. Y es que definitivamente no era yo aquella noche. Era otra persona act

Sólo quería un café con poca azúcar

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“Solo quería un café con poca azúcar, quizá un crousant. No iba por la tertulia o el filtreo. Juro por Dios que sólo fui por un café, pero te vi”. En mi caso, sólo fui por una copa.   Y mi mundo perfectamente calculado empezó a desmoronarse hasta que se hizo pedazos, los cuales restauro presurosamente para engañar a mi mente y a mi corazón de que todo sigue tal cual como estaba. Que nada ha cambiado y que sigo siendo la misma chica dura que un día cualquiera decidió que en su corazón no albergaría a nadie, por más que ese alguien tuviera la osadía de querer entrar. La vida es mucho más sencilla cuando vives al máximo disfrutando a cada minuto de tu soledad, de tu propia compañía, de tus amistades y de tu tranquilidad. No experimentas esos extraños sentimientos que reciben el nombre de “celos”. Si, esos que te deforman los pensamientos y te flagelan el corazón en silencio. Tampoco sientes esas extrañas mariposas en el estómago, cada vez que escuchas su nombre o ves su número timbrand