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Mostrando entradas de mayo, 2012

Pequeñas historias de medianoche

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Y un buen día, el amor se cansó de observar la tristeza y el enorme vacío en el corazón de la joven y decidió acercarse. ¿Por qué dejaste de creer en mí? - le preguntó de pronto el amor a la joven. Creía en ti, te sentía en lo más profundo de mí ser, te podía ver en todos lados. Te reconocía en las miradas de los enamorados, te veía en las caricias de las madres a sus hijos, en los abrazos de los amigos, te encontraba en las parejas de ancianos que caminaban de la mano por el parque, te sentía dentro de mí y era maravilloso. De repente, un buen día me encontré en medio de dos caminos, no tenía idea de cuál tomar así que opté por el más rápido. Fue fácil, no lo niego y me gustó llegar pronto. Me sentí muy inteligente por la decisión tomada. Pero algo pasó en aquel camino mientras lo recorría, algo dentro de mi cambió. Al ser el camino tan corto, no necesité ninguna clase de esfuerzo y me fui enfriando por dentro. Y fue así, que mi corazón se desconectó, dejó de senti...

De lo mágico a lo real, de lo real a lo superficial y viceversa.

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Creo ser plenamente consciente del momento exacto en que aquella chica dulce, tierna y llena de ilusiones inició el inevitable cambio, que comenzó silenciosamente para terminar gritándolo a través de los poros de su propio cuerpo. Eran tiempos celestiales para aquella joven, quien vivía en un mundo que nada tenía que ver con la realidad. Siempre protegida dentro de su propia burbuja, que le fue creada para mantenerla a salvo, sin imaginar que el mundo de allá afuera era tan diferente de cómo ella pensaba, de cómo se lo habían hecho creer.   Pasó la mayor parte de su niñez y su adolescencia dentro de un universo casi mágico, conoció la felicidad y la disfrutó por mucho tiempo pensando ilusamente que sería eterna. Pero como toda historia ficticia que se basa en situaciones endebles tiene siempre un final, que no será el esperado, pues la vida no se trata de un cuento de hadas; aquella joven conoció de pronto y de manera inesperada el profundo dolor y la soleda...