Invierno enséñame a quererte
Pensamientos de un alma de verano
Cuesta salir de la cama a las 6:00 AM cuando suena el
despertador y abandonar esa temperatura agradable que te brindan las sábanas, el edredón y la colchita polar.
Cuesta despegarte del cálido pijama también de polar y salir al frío para irte a entrenar.
Cuesta conducir una moto sobre pistas húmedas por la garúa nocturna.
Cuesta llegar al trabajo y sentarte frente a un computador con las manos
heladas.
Cuesta no poder ver el sol atravesar las ventanas durante varios meses porque
estoy en Lima, la gris.
Cuesta el invierno, me cuesta sobretodo a mi que soy un alma que disfruta de
sobremanera el verano.
Sin embargo, aquí estamos, estrenando botas y chaquetas sacadas desde el fondo del armario, añadiendo al atuendo chalinas y
guantes; sí guantes para conducir mi moto y no congelarme los dedos. Y
preguntándome además, en qué momento mi cuerpo se habituará al frío, si es que
podemos llamarle realmente "frío" a este clima comparado con otros
países. A veces pienso que mi cerebro se paralizaría en climas con menos grados, pero por suerte estamos en Lima.
Vaya, dentro de todo, encuentro la fortuna en medio del caos. No estoy absolutamente perdida, mi mente aún identifica cosas buenas
entre tanta niebla, el invierno no ha mellado por completo mi espíritu, ahí en
el fondo aún resplandece la luz. ¡Eureka, tengo salvación!
Y es que no estoy exagerando, el invierno opaca mi alma, es como si una nube se
posara en mi cabeza y me siguiera para todos lados. Sufro, el frío me paraliza,
la rutina diaria se me hace difícil. ¿Será algo fisiológico?, ¿Será cuestión de
doshas? O ¿Será algo en mi cerebro? Espero sinceramente que no sea lo último, creo
estar un poco loca pero nunca tanto como para convertirme en un caso clínico.
Para mí, el invierno se hizo para dormir hasta tarde y estar en pijama todo el
día. Para poder disfrutar de una taza de chocolate caliente al lado de alguien
especial y estar arropados en el sofá de la sala usando unas medias tan gruesas
que solo te entren las pantuflas. Para que te levante por la mañana el aroma de un café
caliente y no la alarma del despertador estridente. El invierno se hizo para
dar y recibir muchos mimos y abrazos, y acurrucarse en cucharita... ¡Oh crudo
invierno ten piedad de los solteros!
He investigado acerca de una técnica de respiración y meditación que te
proporciona mucha paz y estabilidad, tan necesarias en este clima de mierda.
Intentaré meditando como último recurso; y es que todo eso de la meditación se
me hace bastante difícil, sobretodo con mi carácter ansioso y mis pensamientos
que no callan. Pero he leído en miles de páginas, que sólo 5 minutos diarios
de meditación podría hacer una diferencia en mi vida y en la de cualquier ser
humano. Esa diferencia es la que necesito ahora que se me congela la mente, el
cuerpo y el alma.
Ya escribiré que tal me va, si es que logré meditar o me dormí en el intento,
si pude habituarme al frío u opté por salidas más desesperadas planeando
alguna futura escapada a un lugar más cálido. Aunque sinceramente me gustaría
escribir que lo logré, o que estoy en camino de lograrlo. A nadie le gusta
vivir escapando y mucho menos a mi.
Ahí les dejo buenas vibras y energías positivas para lo que resta del invierno.
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