El espectáculo de mi vida



Una semana antes de mi Happy Birthday publiqué en mi twitter una frase que sin saberlo marcaría mi vida por completo: @pattygvillar: “Exactamente a una semana de mi cumpleaños empezaré a cometer todos los errores habidos y por haber antes de tener un año más de experiencia”.
Quién iba a pensar que aquella inocente afirmación tendría un impacto apocalíptico en mí. Quién podría imaginar que la cumpliría al pie de la letra. A quién se le iba a ocurrir que cometería los peores errores, y todos en una sola noche. 
Y es que tengo esa maldita obsesión por querer hacer siempre las cosas bien. Y cuando la cago, pues también la “cago bien”.

La vida era perfecta, el mundo me sonreía, el sol salía todos los días para recordarme lo feliz que era, hasta escuchaba a los pajaritos cantar por las mañanas y no me estresaban, sino todo lo contrario; incluso mientras caminaba tarareaba la melodía I´m walking on sunshine ohhh. Estaba siendo el verano perfecto. Debí sospechar que demasiada felicidad podía ser anuncio de futuras tragedias.
Y vaya que fue una tragedia, pues al día siguiente de ocurrido el suceso, las caras de mis amigas realmente parecían de velorio, y lo peor de todo es que yo era la cuasi difunta que me resistía a morir. 

Contra todo pronóstico, tuve que enfrentar nuevamente al exigente público que había estado presente en aquel teatro armado, del cual yo había sido víctima esa nefasta noche.
Llegué con una frescura fingida, pues física y psicológicamente andaba destruida. Tenía una resaca de padre y señor mío, que ni la ducha helada ni las pastillas hígado-gravol-vómito habían logrado aplacar. Estuve dando vueltas en círculos hablando por teléfono con esa voz que me daba ánimos para subir al escenario y enfrentar a la concurrencia del día anterior. Debo agradecer a esa persona cuya llamada siempre está presente cuando más la necesito para darme los ánimos correspondientes y hacerme sentir menos culpable y más humana. 
El público me esperaba con ansias, querían un segundo acto, buscaban el desenlace; y no por tratarse de mi cumpleaños lo dejarían pasar. Querían show y eso les iba a dar.
Lo medité, respiré y camine hacia la puerta representando muy bien mi papel de chica segura de sí misma, que no tiene idea de nada de lo que pasó el día anterior. Fresca, serena y con la sangre fría me fui acercando a todos y cada uno de los presentes que estaban reunidos esperando para darme el abrazo de cumpleaños respectivo y obviamente buscando alguna explicación que pudiera darles.
Craso error por parte de los espectadores pues teatro querían y teatro estaba dispuesta a darles, ninguna explicación lógica saldría de mis labrios. Fue la mejor actuación de mi vida, limpia, natural y sin errores. Sin necesidad de explicarles nada les dije todo, salí brillante y con la frente en alto, hasta que llegué al baño y me desplomé, no podía más. No sé exactamente cuánto tiempo estuve ahí, ni cómo hice para reponerme del shock mental en el que andaba. Finalmente terminó el día mejor de lo que me esperaba, la había cagado sí, pero no era el fin del mundo y mi vida tenía que continuar. 

Creo que nadie se libra de meter la pata de manera garrafal, nadie se libra de reincidir en los errores, todos tienen sus secretos oscuros, todos tienen sus pecados capitales, todos han sido víctimas en algún momento del efecto generado por la combinación de alcohol-estómago vacío-y-malas-decisiones. Nadie se libra, nadie se salva, porque somos humanos imperfectos que podemos equivocarnos y aprender de eso. 

Yo por mi parte, sigo con mi vida, intentando dejar pasar lo ocurrido pero sin olvidarlo, porque no quiero reincidir en “ese” error, al menos no en ese. Y hoy me pondré linda, me iré a bailar hasta cansarme, me relajaré e intentaré mirar hacia adelante, con la mejor actitud posible y la mayor de las ganas. Porque puedo ser feliz a pesar de las dificultades y porque puedo reponerme de todo lo que me pase. Porque soy fuerte y porque soy especial como todos y cada uno de los que estamos viviendo en este mundo. Y porque siempre hay personas buenas que te darán una mano cuando otras te muestran la espalda.


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