Un invento llamado dinero


Cuando era niña mi madre me regaló una alcancía roja de cerámica, tenía forma de un cerdito con un agujero en el lomo. Me dijo que si lo alimentábamos con monedas hasta que éste reventara, luego podría comprar lo que quisiera con el dinero ahorrado. Supongo que era una buena forma de inculcarme el hábito del ahorro, y creo que funcionó.
Lo que no me contó en ese momento debido a mi inocencia, era de lo que las personas podían ser capaces de hacer por conseguir dinero.


Descubrí que existe un mundo completamente diferente, mucho más diferente aún del que yo hubiera podido imaginar.
Descubrí que el hombre inventó una especie de papel con un tamaño y denominación específica, al cual le llamamos dinero y que hace posible conseguir lo que la mente más caprichosa y superficial pudiese desear.
Descubrí que el mundo se mueve en base al dinero, y que no importa cuánto dinero tengas, siempre querrás más.
Descubrí que ganar dinero puede ser muy fácil, pero no siempre será de la manera correcta.
Descubrí que definitivamente no siempre lo más caro es lo mejor, pero si lo mejor es más caro.
Descubrí que el dinero puede abrirte muchas puertas porque siempre hay personas dispuestas a vender su alma por dinero.
Descubrí que ese papel llamado dinero, viene con frecuencia acompañado de una sensación de poder absoluto que en la mayoría de los casos termina por convertir al individuo en una máquina dominada por la codicia.
Descubrí que el dinero puede corromper al niño más inocente y puede degenerar al hombre más humilde.
Descubrí que muchas cosas materiales pueden distraerte y hacerte feliz, pero el dinero no es capaz de comprar la felicidad.
Descubrí que el dinero te da seguridad pero no te asegura la tranquilidad.
Descubrí que el dinero puede comprar una patética imitación de amor pero no podrá llenar nunca tu corazón.
Descubrí que cuanto más dinero tengan las personas, más difícil les será identificar el amor.
Descubrí que el dinero te puede comprar amigos, pero no mitigar tu soledad.
Y en realidad descubrí que el dinero nunca fue el problema, son las manos de los hombres que lo manejan las que definen su destino.



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