Confesiones...




Hoy puedo decir con plena convicción que no me arrepiento de nada, de nada en absoluto. Abrazo los errores que cometí, todas esas metidas de pata que me revolcaron, me hicieron pedazos y se llevaron una buena parte de mis lágrimas, porque soy el resultado de muchos de esos errores y, mejor aún, me regalaron la oportunidad de aprender algo que me era imposible vislumbrar en el pasado.

No me arrepiento de las decisiones que tomé, buenas o malas, y pésimas algunas veces. Al fin y al cabo fueron “mis” elecciones y finalmente, me entregaron las más hermosas lecciones.

No me arrepiento de los abrazos no correspondidos ni de los besos equivocados, de las ilusiones rotas ni de las noches locas, me van a disculpar pero no, no me arrepiento.

No me arrepiento de las lágrimas de madrugada ni de las batallas que perdí, de los amores crueles ni de los enamoramientos efímeros porque al fin y al cabo me prepararon para lo verdadero y maravilloso que está destinado para mí.

No me arrepiento tampoco de la confianza depositada que me fue mal pagada ni de las puñaladas recibidas por la espalda, que en ocasiones me hicieron dudar. Abrazo mis batallas, con sus victorias y fracasos. Abrazo mis errores y todos mis aciertos. Me abrazo como soy, sin necesidad de ser perfecta. Me acepto por quien soy en mi totalidad.

Y habrá aquellos que me señalarán con su dedo acusador, y me reiré.
Habrá de los que intentarán seguir mis pasos, y me sentiré halagada.
Y existirán otros que me tildarán de loca, más no diré nada.
Porque soy así y no intento agradar, porque elijo ser libre para soñar y porque anhelo vivir en adelante de manera plena tanto como me sea posible.

Quiero experimentar cada día como si fuera el primero y el último, arriesgarme sin miedos y mantenerme alejada de los pensamientos limitantes que pugnan a diario por apoderarse de mi mente. Romper paradigmas en todo momento y seguir mis instintos sin callarlos por dentro.

Quiero ser y dejar ser. Quiero sentir que todo es posible. Quiero que mi niño interior, ese que callé por mucho tiempo, por fin me sonría porque decido creer en mí y puedo ser yo nuevamente.

Y si he cambiado y no me comprendes pues en verdad no importa, qué mas da si no lo entiendes, mejor no hablemos más de mi y por favor enfoquémonos en ti.

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