¿Celos, Amor o un simple Sentido de Propiedad?



Y un buen día desperté y me levanté con la mayor buena onda del mundo, dejé de lado los noticieros sensacionalistas que acostumbro ver en las mañanas, para darle paso a esa emisora radial que me levanta el ánimo en menos de un microsegundo y tiene la fabulosa capacidad de embriagarme con una sensación de libertad absoluta, me activa y hasta me entran unas ganas inmensas de tonear como demente en cualquier discoteca tipo Gotica, Aura, Bizarro u otro antro de moda. Acto seguido, me sumergí en una de esas deliciosas duchas calientes, cantando y bailando al son de la música mismo Latin American Idol en versión fotocopia barata, sin la voz, ni la coreografía, ni la vestimenta ni nada que se le asemeje. Pero ahí estaba yo y sentía que podía conquistar el mundo si me lo proponía.

No imaginaba que esos efímeros momentos de felicidad completa desaparecían antes de lo esperado. Llegué a aquella reunión, regia, imponente y super fashion (bueno dejenme alimentar un poco mi ego pues). Me reuní con mis amigas, las buitres, para compartir las experiencias previas al encuentro, y andábamos poniéndonos al día, cuando de pronto una de ellas no tuvo mejor idea en mencionar que andaba por ahí, mi último amigo con derecho a roce, ese pequeño desliz el cuál prefieres olvidar pero que el resto siempre se encarga de recordar.

- Bueno no hay problema, me dije a mi misma. La situación ya quedó trazada entre nosotros dos.  Yo no quiero estar con él, y él debe tener claro que no debe de enamorarse.

Cruzamos las miradas respectivas de dos personas que se conocen mucho más de lo que aparentan. Al cabo de un rato, se acercó a saludarme y pensé: “por favor no se te ocurra quedarte”. Nos dimos el beso de Judas, y charlamos un rato de los típicos temas intrascendentes. Luego utilicé la infalible treta de la “llamada urgente” que había olvidado hacer y salí disparada cual Correcaminos huyendo del Coyote.

Nuevamente en zona segura con mis amigas, comentamos acerca del incidente.
- Pobre “X” se muere por ti, ¿pero qué le has hecho?.
- Pero qué le voy a haber hecho yo, si lo único que hice fue ser sincera y dejarle las cosas claras.


Y así andábamos durante gran parte de la noche, hasta que llegó el momento en que me hicieron un jodido jaque mate y me dieron la estocada final, directo al corazón orgulloso de la que escribe, y todo esto sin opción a reclamo. Llegó ella, media regia, media fashion, y media bizca también; y se le prendió como chicle al pelo, como lapa a la piedra, como triz en el dedo, como mugre a la uña con hongos. y él, ni corto ni perezoso agarró el vuelo monumental del cóndor y me dejó cien metros bajo tierra, sin pena ni gloria.

De pronto, aquel hombre ya no era el esperpento del cual yo andaba huyendo, ya no se comportaba como el stalker al cuál yo estaba acostumbrada; dejé de ser el centro de atención para convertirme en la esquina de nada. Y llegué a sentir eso que los enamorados llaman “celos”, que los más fríos llaman “sentido de propiedad”, y que los más cursis le llaman “amor”. Me quedo con las dos primeras afirmaciones, porque de amor no tenía ni las letras.

Ahora que no lo tenía, lo quería. Ahora que a otra le interesaba, lo veía interesante, Ahora que otra se le regalaba, lo quería de regreso ipso facto. Pero el mundo tiene una extraña manera de enseñarte las cosas, y esa noche aprendí algo. Que puedes pasar del cielo al infierno en una misma noche, y que siempre hay una rastrera detrás de tus sobras. OK! es mentira, no aprendí eso pero tenía que vomitarlo. Ahora si, luego de haber defogado y expulsado un poco el veneno que casi me mata, puedo decir en honor a la verdad que sí aprendí y que tiene bastante de cierto el dicho: “Agua que no has de beber, déjala correr”. Y que tu capacidad como persona no se mide por cuántos chicos tengas detrás, o cuán regia creas que seas, se trata de algo más profundo, algo que está en tu interior, en tu corazón y es :"Tu esencia". Tú no sólo eres el cuerpo sino también el alma y tus actos te definen como persona. Deja las poses, deja el orgullo y la pedantería, y sé más auténtica, más real y menos artificial, más humana y menos barbie. Las muñecas son bonitas, pero carecen de cerebro y la belleza cuando está vacía puede llegar a cansar hasta a los ojos más frívolos.

Nota mental: no fueron celos, no fue sentido de propiedad, ni mucho menos amor. Fue un tonto ego herido, un orgullo idiota que nada tenía que ver con lo que realmente era yo.


Comentarios

  1. Al que no le haya pasado eso es que no ha vivido, y si, coincido contigo es EGO puro y duro (ademas de magullado)

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  2. Completamente de acuerdo!!!... Se aprende, a la mala, pero se aprende :)
    Las experiencias son lecciones, y hay que tomarlas con un poco de sentido del humor para evitar el melodrama. Ahora me divierto pensando en la cara de berrinche que puede haber puesto aquella noche y me río de mi misma :)

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